top of page

Depresión y ansiedad . Parte 1(rupturas, familia disfuncional, Cambio de residencia a USA)


¿Alguna vez has pensado que la vida es como es y no se puede cambiar? ¿Cuántas veces has creído que por más que hagas cosas, no ves una salida y las cosas permanecen igual? ¿Cuántas veces has pensado que es tu destino y que hay pocas opciones más? ¿Cuántas veces te has sentido derrotado?

Quiero decirles que a lo largo de mi vida, siempre me he considerado una persona optimista, alguien preparado para enfrentar desafíos por sí mismo, alguien que siempre ve más de una forma de ver la vida en general.

Realmente no podía quejarme de la vida que había tenido ni de la situación en la que me encontraba, hasta hace unos años cuando sentí que todo se volvía poco a poco doloroso, de doloroso a nublado, de nublado cada día más gris y de gris a oscuro, donde ni siquiera sabía si estaba buscando la luz o simplemente me había acostumbrado a vivir en la oscuridad sin fuerzas.

Durante mi infancia y adolescencia, crecí en un entorno familiar disfuncional que en ese momento parecía normal. Creo que en general tuve una infancia feliz, mis padres hacían su mejor esfuerzo para ser buenos padres, rodeado de mis hermanos y primos, jugando fútbol constantemente y visitando hermosas playas de México en nuestras vacaciones. Al igual que en todas las cosas, nos vamos formando en base a nuestro entorno: nuestras familias, experiencias, amistades y sociedad. Vas experimentando cosas nuevas, aprendiendo de ellas, probando comidas, bebidas, todo es nuevo para ti. Hay cosas que te hacen feliz, te entristecen, te emocionan o te decepcionan, es decir, nuestro "costalito" se va llenando tanto de cosas positivas como no tan positivas.

Llega un punto crítico en la vida en el que sientes desequilibrios, y los enfrentas con las herramientas físicas, económicas y emocionales que tienes, lo cual puede fortalecerte o debilitarte dependiendo del enfoque que le des.

En mi caso, hubo muchas cosas y experiencias que se sumaron a lo largo del tiempo. Sin embargo, si no recuerdo mal, a los 20 años mi vida empezó a tambalearse con sucesos complejos, como la separación de mis padres. Fue una separación muy dolorosa para mi madre, y considero que también afectó a mis hermanos y a mí. Mi padre tampoco actuó de la mejor manera al ser infiel a mi madre, lo cual generaba muchos conflictos internos con él. Mi familia se estaba desmoronando. Además, en ese momento yo estaba empezando a descubrir mi orientación sexual, y no sabía cómo reaccionar. Incluso pensé que era algo temporal y pasajero, pero en realidad era mi manera de evitar enfrentar las cosas.

Mis Padres y mis dos hermanos La relación entre mi madre y yo era conflictiva, llena de constantes confrontaciones, peleas y discusiones. Además, ella se sentía traicionada porque yo seguía manteniendo una buena relación con mi padre. Sin embargo, yo no sabía cómo manejar esa situación, ya que era mi padre. Por otro lado, había presenciado peleas entre ellos que luego terminaban en reconciliación, y yo simplemente decidía no involucrarme ni tomar partido en sus decisiones.

Con el paso de los años, el desgaste familiar se fue profundizando, especialmente durante los primeros dos años de la separación. Luego, mi padre comenzó a enfrentar problemas económicos. Él era el proveedor de todos, incluso era el empleador de gran parte de la familia, incluyéndome a mí y a mis hermanos.

Tuve que tomar una de las decisiones más difíciles de mi vida, que fue alejarme del negocio familiar. La relación entre mi padre y yo se estaba deteriorando rápidamente, y decidí buscar mi propio camino, con la esperanza de mantener una relación saludable con la persona más importante en mi vida hasta ese momento: mi padre.

Además, unos meses antes, descubrí que mi pareja de 7 años me había sido infiel. Fue un golpe devastador para mí, aunque en realidad había dudas sobre lo que sentía por esa persona. Quiero decirles que fue un golpe tremendo que no esperaba de ninguna manera. Destrozó muchas de mis expectativas y perdí a mi mejor amiga de años, a mi pareja. Me encontraba en un estado de descontrol total, y una tarde-noche tuve un accidente automovilístico muy grave que me sacudió por completo. Ese fue mi primer punto de inflexión, ya no tenía novia, experimenté mi primera decepción amorosa junto con una traición, estaba desempleado y mi familia estaba fracturada. Mi padre estaba profundamente herido y no entendía por qué dejé el negocio. Además, el accidente de coche resultó en una pérdida total.

Después de esa decepción amorosa, pasaron menos de 4 meses cuando ya estaba saliendo con alguien más. Llevé todas mis dependencias, apegos e inseguridades de la relación anterior directamente a mi nueva relación. No me desintoxique emocionalmente, no pasé por un proceso de duelo, simplemente continúe en el camino nublado y, en lugar de buscar la luz, parecía que me hundía más en la oscuridad.

Me casé con esa persona, pero la relación terminó debido a otra infidelidad. Curiosamente, antes de casarme, vi señales de alerta pero decidí no enfrentarlas. No pretendo decir que fui la mejor en esa relación, porque no lo fui.

Nuevamente, en un lapso de 3 a 4 meses, ya estaba saliendo con alguien más. La misma situación se repitió, sin sanar mis heridas. Imaginen cómo terminó todo, en el mismo resultado.

Meses después, conocí a otra persona que se convirtió en mi última pareja (7 años). Las cosas no comenzaron bien, ambos teníamos grandes heridas, un profundo dolor en el alma, y como era de esperar, nuestra compañía no nos hizo mejores. No puedo decir que la depresión y ansiedad por las que pasé durante muchos años fueron únicamente resultado de esa relación. Obviamente, no estar rodeado de personas saludables empeora las cosas, pero es el ciclo en el que las personas no sanas se rodean de personas igualmente insanas, ya sea emocionalmente, mentalmente o con hábitos destructivos, etc. Por otro lado, ¿cómo se puede salir de esa situación si todo se normaliza? En resumen, mi ex pareja decidió estudiar en Estados Unidos y vivir allí durante un periodo de 11 meses, mientras yo me quedaba en México. Durante ese tiempo, la visité un par de veces.


Honestamente, lo que veía no me gustaba: su comportamiento, sus amistades, su entorno. Pero, a pesar de eso, ¿adivinen qué? Llena de dependencias y expectativas incongruentes, decidí seguir su camino.


Dejé todo: mi trabajo en una empresa estadounidense donde tenía buenos ingresos, mi casa, mi carro, mi querida mascota ELO, mi familia, mis amistades, mi deporte... TODO. Y lo hice por voluntad propia, no puedo decir que estaba consciente de lo que estaba haciendo, pero lo hice por mi propia voluntad.


Puedo decirles que ahí comenzaron mis años de decadencia más grandes, los años más difíciles, frustrantes, tristes y desgastantes de mi vida.


Pasé de ser administrativa en una empresa estadounidense a trabajar como mesera, de vivir en mi propia casa a vivir en una casa ajena donde la gente no respetaba los límites. De tener mi propio carro e independencia a tener miedo de manejar porque era ilegal en el país. Empecé a experimentar un cansancio que nunca antes había sentido, en mi cuerpo en primer lugar, debido a un trabajo que requería una actividad física muy diferente a la que estaba acostumbrada. La relación con mi ex pareja era mala, entré en un mundo que no me gustaba, me sentía incomprendida, poco respetada y poco valorada. No encontraba afinidad con las personas nuevas, sus palabras no resonaban conmigo, muchas cosas no tenían sentido, como su forma grosera y burlona de relacionarse. Me convertí en la extraña del lugar sin hacer prácticamente nada, simplemente por no seguir un juego irrespetuoso y de malos modales que les encantaba. Me limité a hacer mi trabajo y ganar dinero, pero trabajar junto a mi ex pareja no fue agradable.

Había desacuerdos en el trabajo, desacuerdos en casa. Luchaba por no perder mi esencia, preguntándome qué había hecho.

Digamos que nunca me adapté al ambiente de ese lugar, así que comencé a buscar trabajos alternativos. Les diré que la interacción con las personas mejoró mucho cuando se dieron cuenta de que mi forma de relacionarme era simplemente diferente, respetuosa, y así muchas personas comenzaron a relacionarse conmigo, lo cual fue un alivio para mi alma.

Luego llegó el año 2020, un año que sacudió al mundo entero, el año del COVID, el año en el que publiqué mi libro, el año en el que comencé a tomar ansiolíticos y mi espalda prácticamente colapsó. En 2022, falleció mi padre, me separé de mi ex pareja con la que estuve casi 7 años, y en 2023, mi perrita ELO murió, lo que me llevó a tener pensamientos fatalistas. Esperen parte 2, por que continuara... Les animo a suscribirse a mi blog y a seguirme en mis redes sociales.

9 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page